Pregón de la Semana Santa 2019 a cargo de:
D. Juan Ignacio López Serrano
Párroco de Cebolla (Toledo).
Vicario parroquial de Quintanar de la Orden (2011-2015).
SIEMPRE PIEDAD A TU LADO
Piedad,
nunca me fui de tu lado.
Aunque hiciera las maletas
y los vientos me alejaron.
Aunque dejé tras de mí
muchos meses desgastados
en las calles de este pueblo
y atrás quedaran lejanos
los desvelos y alegrías
que duermen tras sus tejados,
y atrás quedaran conventos,
la parroquia con sus altos
muros y viejos altares,
y detrás los campanarios
y atrás quedaran también
los rostros que tantos años
fueron mi casa y mi hogar
fueran también mis hermanos.
Aunque de Ti me alejara,
y atrás quedaran tus atrios,
yo te digo a Ti, Piedad,
que nunca marché de tu lado.
Aunque cruzara caminos
y traspasara los vados,
aunque surcara regiones
y navegara por campos
de las tierras andaluzas
hasta quedarme varado
en un pedazo de tierra
casas blancas y azulados
cielos yo siempre seguí
siempre Piedad a tu lado.
Porque aquí, en tu camarín,
por siempre quedó postrado
este pobre corazón
siempre contigo velando.
Y aunque nada se escuchase,
en el silencio cerrado
de visitas en tu ermita
y plegarias al Sagrario
por siempre estuvo contigo
mi corazón tan callando.
Y en medio de la quietud
como un trueno resonando
sonaba la letanía
siempre, Piedad, a tu lado.
Siempre, siempre, hasta que Tú
quisiste hacerme el regalo
de traerme aquí de nuevo,
que desandara mis pasos
y volviera a Quintanar,
y en Quintanar tu regazo,
y se fundieran por siempre
mi presente y mi pasado.
Por eso, sólo por eso,
vengo a cumplir el encargo
de pronunciar el Pregón
y anunciar que ha llegado
toda la Pasión de un Pueblo,
que transfigura sus calles,
Jerusalén renovado,
por ser el huerto y pretorio
y sus plazas en Calvarios.
Yo seré tu pregonero
sólo por Ti seré heraldo
de una nueva primavera
que florece verdeando
tras los viejos capirotes
los corazones rasgados.
Sólo contigo Piedad,
podré cumplir este trato
para ser el pregonero
de una Pascua que ha llegado
para elevar la Pasión,
de este Quintanar cristiano
que reza bajo las andas
que camina tras los pasos
de Cristo que por tus calles
vuelve a pasar caminando.
Sólo por Ti, la Patrona
de este solar castellano,
sólo por Ti, Dulcinea,
de los sueños desvelados,
¡sólo contigo, Piedad,
siempre Piedad a tu lado!
SALUTACIÓN
Reverendo Señor Cura Párroco.
Reverendos Vicarios Parroquiales.
Reverendos Padres Franciscanos.
Religiosas y consagradas.
Señor alcalde.
Miembros de la corporación municipal.
Autoridades civiles y militares.
Presidente y miembros de la Junta de Cofradías.
Hermanos mayores de las Hermandades de esta Muy Leal Villa.
Miembros de la Mayordomía del Cristo de Gracia y de la Virgen de la Piedad.
Cofrades de Quintanar.
Querida familia y amigos.
Señoras y Señores.
Gracias Quintanar, por convocarme en esta hora a recorrer tus calles con la memoria y a dibujar una nueva pasión en el papel. Gracias por llevarme de nuevo de la mano por tus tradiciones y costumbres. Gracias por llamarme a cumplir la función sacerdotal de ser como el vigía en la torre, anunciando el nuevo tiempo que nos llega.
Gracias a la Junta de Cofradías en la figura de su presidente, Santiago, por poner en mis manos la responsabilidad de pronunciar este pregón.
Gracias al cura párroco por acoger este acto en la parroquia y por confirmar con su consentimiento el nombramiento del pregonero.
Gracias al presentador del acto, Víctor, por sus palabras. En ellas encuentro la acogida que siempre me dispensó como colaborador de la parroquia y el deseo de mantener las hermosas tradiciones de este pueblo.
Gracias a la Banda de la Escuela Municipal de Música y a su director, Sebastián Heras, por participar y dar realce a este acto. En vosotros está el fruto de la larga tradición musical de este pueblo. Sólo puedo resaltar las facilidades que encuentro siempre por parte de vuestro director en todos los proyectos que se proponen.
Gracias a mis amigos. Gracias a aquellos que habéis colaborado con vuestras aportaciones y con vuestra paciencia a la redacción de este Pregón.
EL SAGRARIO
Comienza el Pregón de la Semana Santa. Pero estas palabras que hoy escucháis han comenzado ya a resonar mucho tiempo antes de que yo viniera a esta iglesia parroquial. Sí, el pregón ya lleva meses resonando. No me refiero al sonido de las bandas de música, ni al trajín de los ensayos de los cargadores de los pasos. Me refiero a un sonido de Pregón mucho más profundo. Es el sonido que resuena en muchos corazones, desde ya hace tiempo.
En una casa cualquiera, no muy lejos de aquí, hace tiempo que se sembró en una maceta un puñado de lentejas. Ya han brotado, y esperan en lo oculto seguir creciendo con el característico color blanco. Así hasta que llegue el momento de traerlas a la iglesia. Aquí serán colocadas como adorno a los pies del Monumento durante la noche del Jueves Santo.
En otra casa unas manos nerviosas revisarán viejos recuerdos almacenados en una caja de cartón. Allí encontrarán una vieja fotografía. Tres hombres hacen guardia, con los pies juntos, el cuerpo erguido y la cara seria. Portan guantes blancos, un corpiño de piel en el torso, enagüillas y botas altas, casco y una alabarda en la mano derecha. Se trata del antiguo cuerpo de los “armaos”. Tenían como función custodiar el Monumento en la noche del Jueves Santo. Luego, en la noche del Viernes Santo eran los encargados de custodiar el paso del Santo Sepulcro en su recorrido procesional.
Cuánta verdad en estas dos costumbres. La de plantar monumentos para traer ante el Sagrario, a punto de desaparecer. La del cuerpo de armaos, actualmente perdida. Sin duda merece la pena recuperar estos ritos, en lugar de emplearnos en crear nuevas tradiciones o traer otras distantes a nosotros.
Y todas estas costumbres tienen como centro al Sagrario. El Pregón, tras pedir la venia a la Virgen de la Piedad, también quiere dirigir su oración a Jesús sacramentado, que debe ser el centro de la vida de todo cofrade. Pedro Calderón de la Barca lo resume en estos versos:
El género humano tiene
contra las fieras del mundo,
por más que horribles le cerquen,
su libertad afianzada,
como a sustentarse llegue
de aquel Pan y de aquel Vino
de quién hoy es sombre éste…
Nadie desconfíe,
nadie desespere.
Que con este Pan y este vino…
las llamas se apagan,
las fieras se vencen,
las penas se abrevian
y las culpas se absuelven.
LOS AMIGOS
¿Porqué he venido a Quintanar esta noche? Porque siento la llamada muy dentro del corazón a romperme por dentro y compartir con vosotros lo que siento. Por Piedad, primera palabra y última del pregón, vengo a este rincón de tierra a cantar vuestra Pasión, que es también la mía.
Pero también vengo por una palabra que a veces puede resonar hueca y vacía pero que, en esta noche, para mí es plena de sentido. Amistad. Es la palabra que también me convoca en este día.
Porque en los bancos de esta iglesia, en las calles de este pueblo, en el camino de cipreses que se extiende más allá de la Ermita de Santa Ana, puedo decir que tuve y sigo teniendo amigos.
Y porque la amistad es fundamental en la Semana Santa. Cuántos nuevos hermanos ingresaron en la cofradía a través de un amigo. Cuántos lazos se forjaron de auténtica amistad en el seno de la cofradía, en los ensayos de cargadores, en los ensayos de la sección musical.
Y porque parte de la Pasión la conforman los amigos del Señor. Santa Marta y San Juan forman parte de ese grupo de amigos de Jesús que lo siguieron allá donde Él fue, y que recorren constantemente las calles de Quintanar en busca de su Señor.
Toda la Pasión de un Pueblo
está trabándose ya.
Ya ensayaron las cuadrillas
sus mecidas a compás,
las entradas, las salidas,
y también las levantás.
Ensayaros las cornetas
sus sonidos de cristal,
el redoble del tambor,
las marchas por estrenar,
los compases de la banda
y la marcha “madrugá”.
Ya las túnicas salieron
de penitencia pascual,
los cirios, los estandartes,
y los cetros de metal.
Ya Pilato está dispuesto
para sentencia dictar,
el Ángel de la oración,
Judas pensando besar
a Jesús en la mejilla,
la Verónica y la faz.
Ya las flores se cortaron,
las calles por adornar,
los personajes del drama
todos a punto ya están.
Más, no sé, algo me falta.
No termina de cuadrar
toda cuenta que me hago
es un volver a empezar.
Están Jesús y su Madre.
Longinos, por rematar.
Y José de Arimatea,
con Nicodemo vendrá.
Tres Marías nunca fallan.
No sé ya cómo contar.
Algo le falta a mi drama
para volver empezar.
Y es ahora cuando encuentro
que me faltan Marta y Juan.
Ellos pasan tan callando
que ni se escucha su andar.
Son amigos en silencio
más no pudieran faltar
a la cita de este pueblo
con el que anduvo en la mar.
Ellos son el evangelio
hecho carne de verdad,
son modelo de cristiano
para nuestro caminar.
Por eso le digo a todos,
nunca dejéis de mirar
a Juan y a Marta viviendo
la Pasión de Quintanar.
En un mundo sin certezas
ellos la fe nos darán
y seguirán al Maestro
a donde quiera que va.
Que San Juan y Santa Marta
son ejemplo de amistad.
CRISTO EN TODAS LAS CASAS
Ya Quintanar está en la calle. Desde el miércoles de ceniza, viernes tras viernes de cuaresma los vía crucis recorren las calles cosiendo el pueblo desde sus ermitas. Llegarán los besapiés de las imágenes del Señor y también la novena de la Virgen de los Dolores en el convento de los Padres Franciscanos que culminará con la procesión del Viernes de Dolores. También los ensayos de los cargadores y de las bandas hacen que ya se esté viviendo una anticipada Semana Santa en las calles más alejadas del centro.
Ya en las primeras vísperas del Domingo de Ramos tendrá lugar la procesión infantil, preludio de la procesión de las palmas en la que Cristo entra en Quintanar de la Orden. Primero entrará triunfal entre la algarabía de todo el pueblo. Luego entrará silente en cada corazón en las confesiones del Lunes Santo.
El Miércoles Santo se representará en la plaza de San Sebastián la Pasión. Al concluir partirá desde aquella Ermita la procesión de las carracas, para acompañar al Cristo de la Humildad hasta la iglesia parroquial. En ese momento, ya no será Quintanar quien esté en la calle. Será el propio Cristo el que se adueñará del espacio público. Desde las cruces de ceniza del miércoles con el que inauguramos la cuaresma hasta el sonar de las carracas del Miércoles Santo todo se habrá transfigurado.
GETSEMANÍ
La tarde de Jueves Santo Quintanar se convierte en un inmenso cenáculo. En la Parroquia, en el Convento de los Padres Franciscanos, en la Casa de las Hermanitas, en el Monasterio de las Madres Trinitarias se vive la misma experiencia que vivieron los discípulos en el cenáculo. Jesús vuelve a lavarnos los pies. Parte el pan de nuevo y ofrece la copa de vino. La celebración litúrgica se prolonga con la adoración silente en el Monumento. Las calles se llenarán de personas que van de un lugar para otro. De repente llegará el sonido de las bandas de música. Túnicas penitentes comenzarán a dirigirse a la Ermita de la Virgen de la Piedad. La glorieta se convertirá en el huerto de Getsemaní.
La luna se ha oscurecido
sobre olivos de mi Mancha.
Entre sombras que le hieren
Jesús tembloroso avanza.
Ya postrado está por tierra,
viene un ángel y lo alcanza.
En sus mejillas presiente
un beso que lo atenaza.
Un beso de muchos otros.
La traición está cerrada.
Su epidermis se estremece,
una túnica morada,
su reino no es de este mundo
que Medinaceli llaman.
En la frente frota sangre:
ya se ha abierto la fontana.
Amarrado a la columna
que lo hiere y lo desgarra.
Es Jesús que queda solo.
Más lo sigue santa Marta.
Ya resuena la sentencia
y levitan sus palabras.
En el silencio del huerto
el ángel lo confortaba.
Ya Jesús es humildad
en el suelo se derrama.
Alto rey de las naciones
con el cetro de una caña.
Más allá de los olivos
la ciudad está agitada.
Han sacado los crespones
tres Marías en sus casas.
Juan espera en el silencio
de la noche congelada.
Suena la voz del Maestro
“levantaos sin tardanza”.
En el pecho de María
negros temores se alzan.
Ya le rompe la camisa
a la Soledad la espada.
La luna se ha oscurecido
sobre olivos de mi Mancha.
Sobre ríos de promesas
vienen flotando las andas.
Las cornetas lancearon
el cielo con su mortaja
y brotaron girasoles
en la noche más amarga.
Quintanar y su Pasión
es una danza de llamas.
En la prensa del aceite
Cristo sufre entre plegarias.
ADONDE QUIERA QUE VAYAS
¿Quién duerme en la noche del Jueves Santo? Es noche de acompañar a Cristo en el Monumento. Ya de madrugada perturbará el silencio de las calles el ruido del tañer del muñidor. Será aún noche cerrada cuando se predique en la parroquia el sermón de la Pasión. Y saldrá a la calle Jesús preso. Será en ese momento cuando le digamos al Señor: “Te seguiré adonde quiera que vayas”. Y comenzará nuestro caminar tras el dulce Nazareno.
Por Ti, mi Jesús cautivo,
el de la túnica blanca,
pasaremos largas noches
hasta que traigas el alba.
Por Ti cautivos seremos,
y tañeremos campanas,
cruzando la judería
el Viernes de madrugada.
Por Ti seremos testigos
de la sentencia cantada
resonando por tejados
para ensordecer la plaza.
Iremos siempre tras tuyo
Jesús que truecas en malva
el blancor de tu condena
cuando la cruz se descarga
sembrando verdes regueros
en la torre de tu espalda.
Seguiremos tras tus huellas
para perseguir tu estampa,
mientras siembras lirios negros
por donde quiera que pasas.
En la cruz de tu condena
van nuestras cruces clavadas,
nuestras heridas están
todas juntas en tu llaga.
Jesús mío Nazareno,
sólo bendigo tu cara
y pido que nunca falte
tu perfil en cada casa,
las promesas escondidas
sangrando bajo las andas,
y el más seguro fortín:
tu peana desgastada.
Siempre contigo, Señor,
y si quieres y lo mandas
iremos hasta Toledo
marcharemos tras tus andas
y allí diremos a todos
que contigo no hay batallas.
Siempre contigo Jesús,
como aquella tarde clara
que fuiste a la catedral
en un río de plegarias,
cuando dijimos a todos
que no entendemos España
si no fuera por la cruz
que tan dulcemente abrazas.
Siempre contigo, mi Cristo,
te lo dice nuestra alma,
dulce Jesús Nazareno
esta siempre la plegaria:
iré contigo, Señor,
adonde quiera que vayas.
UNA CADENA DE FE
La Semana Santa, aun siendo una celebración que vivimos desde la soledad de la túnica nazarena, o desde el esfuerzo de los portadores de las andas, es sobre todo un acontecimiento comunitario.
De nada servirían los toques de un instrumento si no se integran en el conjunto de la banda de música, de tambores y cornetas o de la agrupación musical. De nada sirve la penitencia anónima si no se integra en el cortejo de la cofradía. De nada sirve la pericia y la fuerza del cargador si no se une al esfuerzo de la cuadrilla que logra hacer desfilar los pasos por las calles.
Pero no sólo es una celebración que nos une a todos y que afecta a todos los grupos sociales. Es también una fiesta que une en una cadena invisible a todas las generaciones. Desde los más mayores, que quizá vieron llegar los pasos recién adquiridos tras finalizar la Guerra Civil, hasta los niños que se acercan a las andas en brazos de sus padres, hay una cadena invisible de transmisión. Todos participan en la celebración. Y de unos a otros se produce el contagio de la fe. Desde los mayores hasta los pequeños. Y también desde los pequeños hasta los mayores.
Por eso me parece un acierto la inclusión en el recién inaugurado monumento a la Semana Santa de las figuras de dos nazarenos, uno de ellos un niño pequeño. Dos eternos nazarenos, en los que todos nos vemos reflejados y que serán testigos de la procesión de los pasos en la mañana del Viernes Santo.
Vamos juntos de la mano
le está diciendo a su hijo
un padre que está de estreno
en este rito de siglos.
Y llegan a la parroquia,
todo es un tremendo lío,
cargadores, nazarenos,
instrumentos con sus brillos.
Sale ya la procesión,
se desliza con sigilo
una lenta torrentera
de pasos con sus motivos,
esculturas entre flores
que hablan de modo distinto
del drama del galileo
que es la muerte de Dios mismo.
Primero vendrá Pilato,
con Jesús en triste sino.
Una sentencia dictada
y un cobarde sin distingos.
Con la cruz el Nazareno
viene marchando con brío.
Cuando cruza por la plaza
una mujer del gentío
que Verónica se llama
coge un sudario de lino
y le limpia las heridas
para que surja el prodigio.
Santa Marta nunca falta
a la cita con su amigo.
Siete palabras resuenan
a la hora del suplicio
cuando en medio de ladrones
agoniza Jesucristo.
Las tres Marías caminan
presurosas sin destino.
Encuentran ya su consuelo
entre tanto desatino.
Ha llegado ya san Juan
indicándole el camino
a la Madre de Dolores
que siente como un cuchillo
ha partido sus entrañas
con la lumbre de su filo.
Ojalá que el Santo Viernes
vuelva a ser nuevo y distinto
y vivamos la costumbre
con un anhelo tan limpio
¡descubrir esta Pasión
con los ojos de los niños!
QUINTANAR ES UN CALVARIO
Momento central de la liturgia del Viernes Santo será la adoración de la cruz. Cruz que besaremos todos y que se alzará en el centro de los corazones.
Cruz que en Quintanar se ve reflejada de modo sublime en el Cristo de Gracia. En Él vemos condensado todo el amor, la serenidad y la entrega. Cruz que veremos gloriosa en el mes de septiembre en las fiestas patronales en su honor.
Quintanar es un Calvario
en esta tarde de lanzas,
de lamentos sin consuelo
con ocaso de mortajas.
En el templo hay oraciones
y suspiros de las almas
mientras los vencejos vuelan
en un cielo sin campanas.
Quintanar es un Calvario
en esta tarde quebrada.
En lo alto de la Cruz
está la carne clavada.
Cinco ríos se han abierto
que toda la tierra empapan.
Muchas fueron tus bondades
para paga tan amarga.
Quintanar es un Calvario
en esta tarde de malvas,
con espinos en las manos
y sueños en desbandada.
Más en medio del silencio
se levanta con sus alas
y acercándose al madero
deja un beso en cada llaga.
Quintanar es un calvario
que aguarda ya la alborada
y sueña que al tercer día
vendrá la mañana clara
en que todo cambiará,
se cumplirá su esperanza:
encontrar a Cristo vivo
en un abrazo de Gracia.
NO TE MARCHES, SOLEDAD
En la noche del Viernes Santo se organiza en Quintanar el cortejo del Santo Entierro. Procesión que comienza con el nazareno de túnica morada que porta la bandera negra, que se hará denso silencio cuando pase el paso del Sepulcro y que culmina en esa otra bandera negra que el paso de la Soledad.
La Soledad llega deslumbrándonos enmarcada en su paso de palio con toda la candelería encendida. Y se marcha dejándonos conmovidos. Así la vemos alejarse, mientras el pregonero le dice:
Virgen vestida de negro
no termines de marchar.
No te vayas de mi vista,
no se oculte tu pisar.
Y mientras Tú, tan llorando,
sólo puedes recordar
aquellas Siete Palabras
que en tu corazón silente
no terminan de sonar.
De tus ojos no se borra
aquella bendita faz
que Verónica limpiara
en un paño sin igual.
La lanzada se ha clavado
en el pecho para dar
la fuente de toda gracia
ya brotando sin cesar.
El descendimiento tuvo
en tus labios su compás.
Tres Marías tu compaña,
con Santa Marta y San Juan.
Las angustias tu corona
mientras Cristo muerto está
aguardando en el sepulcro
mientras Tú tan sola estás.
Por eso mi romancero
quiere volverte a rogar
no te marches tan de luto,
no nos falte tu mirar.
No nos falte tu consuelo,
ni tu abrazo de piedad,
tus palabras tan ardientes,
tu silencio al caminar.
Alejándote, te vas,
con tu vestido de luto,
con tu llanto de cristal,
no te marches con tu pena,
no te marches, Soledad.
UNA NUEVA PROCESIÓN
Pero la Soledad se alejará lentamente de nuestros ojos. Nos sentiremos huérfanos por un instante mientras las bambalinas de negro terciopelo se mecen a compás de la Banda Sinfónica Municipal. Los últimos compases se agotarán tras resbalar untuosos en las paredes de las casas. El silencio se hará más palpable aún si cabe.
Con un vacío grande en el pecho, en la parroquia todo volverá a la normalidad en la mañana del Sábado Santo. Las imágenes ocuparán los altares hacia los que dirigiremos nuestras plegarias. Las andas regresarán a los almacenes donde permanecerán durante todo un año.
Las flores que adornaron los pasos se repartirán entre los hermanos. Pero la mayor parte de ellas serán depositadas en el cementerio sobre las tumbas de antiguos hermanos de las cofradías.
Allí esperarán a la noche. Será cuando la oscuridad vuelva a adueñarse de este pedazo de tierra cuando en la iglesia parroquial y en cada templo vuelva a bendecirse el fuego. El cirio realizado con cera de abeja será marcado con el signo de la cruz. Un alfa y una omega. Un año: 2019. Se clavarán en él clavos que abrirán en su limpia superficie cinco llagas. Se hará la luz. Y tomaremos esta luz en nuestras manos. Y la noche, que tan oscura parecía, se hará luminosa y resplandecerá en la vigilia pascual. Será el comienzo de un mundo nuevo.
Y en ese momento Quintanar, que tanto empeño pone en acompañar al Señor en su Pasión y en confortar los Dolores de María, se hará río de luz y de gozo. El Señor Resucitado y la Virgen se encontrarán en la Plaza. Una vez más las casas de este pueblo serán el escenario en el que se repite el misterio sagrado.
Un tiempo nuevo comienza en esta noche de Pascua. Y como de un tronco que reverdece brotarán en él los sacramentos de la iniciación cristiana. Nuestro corazón resplandecerá y reverdecerá. Verdaderamente Cristo ha resucitado.
SETECIENTOS AÑOS
El Pregón llega a su fin. Y con él la acción de gracias por haber podido llevar esta barca hasta su puerto en medio de tantas tormentas.
Es ahora cuando tengo que terminar de abrir el corazón y compartir una duda que me ha venido asaltando durante todo el Pregón. ¿Porqué me habéis elegido a mí, si yo no nací en el Toledillo, ni en la Huerta Postrera? Si yo no crecí en el barrio de San Juan, ni en el de San Antón. Si no jugué las tardes de merienda en Santa Ana, ni en San Valentín, ni en la Ermita de la Virgen. Si yo no aprendí a mirar el mundo en Santa Marta o en la plaza de los Carros.
Porqué me llamasteis en este año singular en el que Quintanar de la Orden, la muy noble y leal villa, el cruce de caminos, la gran población que sirve de eje a todas las que se aglutinan a su alrededor, se encuentra inmersa en la celebración de los setecientos años de la entrega de la carta de privilegio por parte del rey Alfonso XI.
Si en mí no hay mérito ninguno que me haga merecedor de esta encomienda ¿porqué me trajisteis hasta esta iglesia y me cedisteis la palabra para que tan sólo esbozara lo que cualquiera de vosotros dibujaría mucho mejor que yo?
Y sólo encuentro respuesta cuando vuelvo a la Ermita, cruzo sus puertas, me pongo de rodillas y miro a la Virgen de la Piedad. Porque en Ella todos vemos a nuestra Madre y sentimos brotar renovados lazos de amistad.
Y también en la Virgen de la Piedad vemos en grado sumo los frutos de la pasión de su Hijo Jesucristo. Porque Ella recibió el Espíritu Santo el día de Pentecostés. Porque Ella, asociada a su Hijo el Cristo triunfante, fue preservada de la corrupción del sepulcro y fue asunta al cielo, tal y como celebramos cada quince de agosto. Pentecostés y Asunción. Los dos días más grandes de Quintanar.
Siempre la Piedad. 700 años de carta de privilegio. La pasión de un pueblo. Un pregón que termina. Muchos corazones, todos los que estamos aquí, y una voz, que es la mía, pero que podría ser la de cualquiera de vosotros.
Por eso, abusando de vuestra confianza, y con la venia del párroco aquí presente, quiero hacer mío el deseo que ya manifestara el anterior cura párroco en una función de la Subida para soñar fundir todo el oro de nuestro amor en una corona que ciña la frente de la Virgen de la Piedad, como fruto más excelso de la pasión de un pueblo.
Ya todo habrá terminado.
Sentiremos la oquedad
que queda en el corazón
cuando dejamos atrás
la semana más hermosa
y volvemos a empezar.
Más quisiera en esta noche
que pudiéramos soñar
una Pasión tan distinta
que no acabara jamás.
Una fe que no termine
y que fuera Quintanar
una luz entre las sombras
y trabajáramos más
por sembrar el evangelio
en los niños. Y además
fueran también las familias
almácigas de la paz.
Y que la Pasión de un Pueblo
fuera siempre el ideal
de Quijotes soñadores
siempre con la lanza a ras.
Que por las calles marchasen
siempre sonando a compás
las bandas que nos indiquen
a seguir el ideal.
Que los campos, los comercios,
fueran a carta cabal
esas nuevas cofradías
donde aprendemos a amar.
Que brotaran por doquier
pasos en los que mirar
a Cristo y a su Madre
y que todo fuera altar
monumento levantado
de una pasión sin igual.
Todos vayamos a una.
Nunca nos podrán parar.
Quintanar es su Pasión,
la Pasión es Quintanar.
Que nunca desfallezcamos
para entre todos trazar
una corona distinta
y con las obras forjar
en metal de corazones
esa diadema sin par.
Y que la ofrezcan a Ti
que siempre Piedad nos das.
Porque eres Tú la honra
de mi pueblo y su heredad.
El tesoro más fecundo
de la muy noble y leal.
Por eso cuando el Pregón
quiere venir a expirar
quiere hacerlo ante tus plantas
para poder entregar
de tus hijos la pasión
y así entre todos soñar
que llegará la jornada
en que te podamos dar
el amor que recibimos
cuando vamos a rondar
las cancelas de tu ermita
y nos congrega tu faz.
Y es que entonces soñaremos
estar en la eternidad
y besaremos tu frente
y la deuda saldará
del anhelo que sentimos
de a Ti poderte abrazar
y quede por fin, María,
coronada tu Piedad.
HE DICHO